Imagina que el cuerpo humano no tendría huesos, ¿crees que serías capaz de sostenerse en pie?, ¿de caminar?, ¿bailar? Estas acciones serían imposibles, pues los huesos son el sostén del cuerpo y además, ayudan a proteger órganos vitales como el corazón, los pulmones, los intestinos, y por supuesto, el cerebro.
Los huesos están compuestos por una proteína denominada colágeno que, junto con un mineral llamado fosfato cálcico, le dan la resistencia y la dureza que percibimos de nuestro esqueleto. Los huesos, al almacenar calcio, son capaces de liberarlo al torrente sanguíneo cuando esta sustancia se necesita en otras partes de nuestro organismo, por lo tanto participa en varios procesos metabólicos dentro del cuerpo.
Los huesos son un tejido en constante formación y destrucción, es decir, son capaces de repararse por el desgaste diario. A este proceso se le conoce como remodelado óseo. El remodelado óseo se lleva a cabo por grupos especializados de células que actúan de manera coordinada que ayudan a formar hueso nuevo.
La construcción ósea, se hace a partir de 3 tipos de células:
- los osteoclastos, que se especializan en la destrucción del hueso que ha de regenerarse;
- los osteoblastos, que se encargan de fabricar hueso nuevo y,
- los osteocitos que son células de hueso maduro que junto con otras células como los linfocitos, macrófagos y células endoteliales ayudan al proceso de remodelado óseo.
A lo largo de nuestra vida, las cantidades que ingerimos de vitamina D y calcio, afectan directamente a la cantidad de calcio que almacenamos en nuestros huesos.
Los huesos estan compuestos por dos tipos de tejido oseo:
- El hueso compacto (o hueso cortical) es la parte sólida, dura y más externa del hueso. Tiene el aspecto del marfil y es extremadamente resistente. Su interior está lleno de orificios y canales, atravesados por vasos sanguíneos y nervios.
- El hueso esponjoso , que se encuentra dentro del hueso compacto. Está formado por una malla compuesta por pequeños trozos de hueso llamados trabéculas óseas y es donde se encuentra la médula ósea. Estas contienen células madre , que fabrican los glóbulos rojos de la sangre y de las plaquetas, así como algunos tipos de glóbulos blancos. Los glóbulos rojos transportan oxígeno a los tejidos corporales, y las plaquetas contribuyen al proceso de coagulación cuando alguien tiene una herida, así como los glóbulos blancos ayudan al cuerpo a luchar contra las infecciones.
Recientemente, los científicos estudian un nuevo papel de los huesos como órgano endócrino (igual que el páncreas o el hipotálamo), ya que son capaces de regular el desarrollo, y la función de otros órganos y tejidos al liberar hormonas al torrente circulatorio.
Algunos estudios de investigación básica han encontrado que el hueso y el metabolismo energético (forma en la que generamos y gastamos energía) se encuentran relacionados. Al momento, se ha descubierto que cierta cantidad de grasa en el cuerpo puede ofrecer un factor protector para la prevención de ciertas fracturas. En experimentos con roedores, parece ser que el hueso afecta la manera en que se procesa la glucosa en el organismo. Estas demostraciones pueden dar luz para la creación de una terapia más eficiente para tratar la diabetes mellitus en un futuro .
Los huesos son materia de investigación constante, porque además de proporcionarnos soporte, también guardan secretos en ellos que pueden dar lugar a nuevas terapias, para tratar enfermedades crónicas.
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Información validada por el Dr. Sergio Durán Barragán , médico reumatólogo en la Clínica de Investigación en Reumatología y Obesidad, SC